Crucifícame con tus besos
y deja que el cáliz de tus labios
sea el elixir que calme esta agonía.
Clávame en la cruz de tus brazos,
y déjame morir en el regazo
de tu amor.
Recoge todos mis deseos
en el vaso de tu cuerpo,
y has de mí, el líquido que recorre
tus adentros.
Entonces, descansaré en paz,
sabiendo que valió la pena
el sacrificio de adorarte.
1 comentarios:
que apacionado... cualquier mujer se derritiria si le leyeras esto en una cena romántica... me gustó mucho... salu2
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